domingo, 2 de octubre de 2011

El viejo maestro


El viejo maestro

Qué triste quedó la escuela
tan callada, tan serena
sus cristales perplejos
y transparentes
van envolviendo mi mente.
Mi mesa, los libros,
la pizarra, sus pupitres,
el suelo de madera
con manchas de tinta
de esos tinteros viejos,
colgado en la pared
el arrugado mapa.
Mis alumnos,
los árboles de ciruelos
y almendros casi repletos.
Hoy no ladró el perro
y se calló el viejo
no se atrevió a abrir la boca
aquel sagaz caballero.
Qué turbios están mis ojos
no río, no lloro
una pequeña lagrima, me salta
qué lejos está la montaña.
Ya río, ya canto
qué tonto, qué espero
que pase el tiempo
volver abrir la escuela,
que pase pronto el verano
que llegue pronto el invierno,
darle cultura a mi pueblo.

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